sábado, 5 de enero de 2019

La extrema derecha acecha.


Todo se mueve en la política y la teoría de que la historia se repite nos pone en guardia y nos debe alertar de que algo hay que hacer. Europa es continente de conflictos, con dos guerras mundiales en el siglo anterior, así como conflictos regionales como la desmembración de las Balcanes. No debemos olvidar que la situación social antes de la segunda guerra era muy difícil: desempleo, falta de protección social, grandes diferencias entre la clase obrera y los ricos, y conflictos sin resolver como consecuencia de los acuerdos tomados tras la primera gran guerra.
Ahora la situación tiene ciertas similitudes, estamos saliendo de una gran crisis o mejor dicho saliendo y entrando, las diferencias económicas entre asalariados y ricos se ha acrecentado, el paro ha subido de forma alarmante, la frontera exterior de la Unión Europea está sobrepasada con las migraciones procedentes de África y de las zonas de conflicto como Siria, Iraq, Afganistán,… Todo este cóctel parece estar afectando a la forma de pensar de muchos europeos, la derecha tradicional no puede contener a su ala derecha y está sufriendo la huida de sus fieles hacía posiciones de extrema derecha amparadas por mensajes nacionalistas, los de fuera nos quitan el trabajo, los de fuera se aprovechan de nuestra sociedad, de nuestra educación, de nuestra sanidad, reciben más ayudas que los naturales del país, incluso hablan de la reconquista de los musulmanes como Vox en España. Estos mensajes son fáciles de transmitir y calan directamente en la mente de las personas, muchos no entienden que nuestra sociedad necesita mano de obra, nuevos trabajadores que nos ayuden a mantener nuestro estado de bienestar, olvidan que la mayoría de los migrantes vienen acuciados por la pobreza de sus países, la cuál posiblemente haya sido consecuencia de las actuaciones depredadoras de multinacionales europeas, americanas y ahora también chinas. Olvidan que muchos conflictos bélicos son consecuencia de la lucha entre potencias, tanto regionales como internacionales, pero que las armas que se utilizan están fabricadas en occidente.
La aparición de grupos de extrema y ultraderecha, en casi todos los países, Vox en España, la Liga Norte en Italia, Alternativa por Alemania, el Partido de la Libertad en Austria,… su entrada en los parlamentos, e incluso su participación en gobiernos son ejemplos de su expansión y del calado que sus mensajes está teniendo en los ciudadanos. A todo ello contribuye también la presencia al frente de los principales gobiernos del mundo de personas de baja cultura política, casi sin ideología, que lanzan de forma fácil los mensajes a los que hemos aludido y que hacen del hecho nacional la bandera o único estandarte de sus políticas, nosotros primero, y los de fuera nos roban, son los delincuentes y tienen la culpa de nuestros problemas. Trump con su eslogan de América Primero, o el recién elegido Bolsonaro en Brasil con un lema similar y su cruzada contra la izquierda, son en cierto modo las lanzas de todo este proceso de nacionalismo exacerbado que nos puede llevar a situaciones que pensábamos olvidadas. Recordemos que a la extrema derecha  le gusta utilizar la democracia, para luego una vez situada convertirse en el pensamiento único que domina los países. A estos partidos no les importa tirar de bulos, mentir para conseguir sus objetivos. Ejemplos claros los tenemos cerca, lo que ha dicho Vox en España, lo que dijeron los que alentaron el Bresit en Gran Bretaña, el Frente Nacional en Francia, los mensajes del líder y ministro del interior en Italia,.. y a todo ello contribuye sin duda la política de Rusia, con su líder Putín deseoso de conseguir de nuevo el imperio ruso, para lo cual nada mejor que debilitar a los países de la sociedad del bienestar, influyendo a través de sus sistemas de espionaje en las campañas electorales o fomentando conflictos como el del independentismo catalán.
Tengamos cuidado, seamos racionales, aprendamos a luchar con las palabras contra estos salva-patrias, porque nuestro futuro puede estar en juego.

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Proverbio castellano

Quien no oye consejo, no llega a viejo.