lunes, 14 de agosto de 2023

Juegos de poder, malabarismo o elecciones.

 Las elecciones del 23 de julio nos han dibujado un panorama de gran inestabilidad, la palabra pacto se ha convertido en el bien más preciado pero convertida en una especie de juegos de poder donde todos quieren sacar tajada. 

La imagen es de dominio claro de los dos grupos mayoritarios pero ambos con necesidad de pactos, así el PP necesita a su acólito Vox más los diputados de otras fuerza como su incondicional UPN, de CC con la que forma coalición en Canarias, y otra derecha como la catalana de Junts o la que representa el PNV. 

Por su parte el Psoe además de su coaligado Sumar necesita el apoyo de la izquierda nacionalista representada por ERC, Bildu y el BNG, pero también la de la derecha vasca, PNV, y la de la gran incógnita de Puigdemont. 

En ambos casos encontraríamos gobiernos que penden de un hilo, que necesitarán dialogarlo todo si quieren sacar adelante sus propuestas. Los grupos nacionalistas no han salido bien parados de las elecciones, reduciendo su representación, pero se han convertido en definitivos para dilucidar quién gobernará o si por el contrario nos veremos abocados a otra convocatoria electoral. Y en mi opinión estos partidos independentistas no son de fiar en lo que respecta a la política española, donde su interés principal es su camino hacia fuera  y no la gobernabilidad de España. En sus manos está decidir que gobierno quieren y a cambio de qué, porque la alternativa clara es la vuelta a las urnas y éso en estos momentos es un auténtico sorteo, aunque yo diría que no saldrían demasiado bien parados.

Tensar la cuerda siempre es un riesgo, se puede romper y enviarnos a una situación aún más compleja. No se si los partidos mayoritarios se dan cuenta de la necesidad de modificar la ley electoral añadiendo una circunscripción única que permita una más justa representación de los grupos que se presentan a nivel nacional y que actualmente están discriminados frente a las formaciones nacionalistas.

Nos encontramos en un juego de poder, una situación en la que hay que hacer malabarismos para conseguir ganar y donde la única contrapartida son unas nuevas elecciones.


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