lunes, 3 de diciembre de 2018

Susana debe dimitir.

Llegó de forma casi clandestina de la mano de Griñán, sorprendiendo en unas elecciones a la secretaría general por las que nadie más pudo luchar al no lograr compromisarios suficientes. Desde el principio sus formas pusieron de manifiesto que no soportaba la diversidad ideológica dentro del partido, aprovechó su anterior obra como responsable de organización para construir una estructura rígida en el partido, designó a sus acólitos al frente de cada una de las provincias y con ellos logró no solo excluir al resto de la organización sino que también hizo lo mismo con la administración autonómica, consejeros, delegados provinciales y demás cargos públicos fueron elegidos siguiendo el criterio de ser fieles a la corriente susanista. Creó una administración paralela, agencias públicas, donde colocó al resto de seguidores y a la que aprovechó para dar trabajo a amigos y familiares, creando un gran malestar en el resto de los funcionarios de la administración de la Junta. Sus méritos siempre han ido en el mismo sentido, lograr poder, lideró y fomentó la caída de Sánchez de la Secretaría General, pero incluso cuando posteriormente fue derrotada en lugar de unirse para ayudar, siguió oponiéndose en su comunidad pensando que Andalucía era suya.
Si bien el partido de Susana es la fuerza ganadora, como ella ha manifestado, y por tanto considera que no ha de dimitir, creo que si realizase un análisis profundo y se alejara de sus asesores, perniciosos asesores, podría ver más allá y seguramente se encontraría con que la realidad no es la que le muestran y dicen, sus cargos electos y sus representantes están muy interesados en que nada cambie no olvidemos que son sus mercenarios más fieles.

No hay comentarios:

Proverbio castellano

Quien no oye consejo, no llega a viejo.