La estrategia independentista es tensar siempre la situación, para ello todo vale. Comenzaron echándose a las calles para dar la sensación de que son mayoría, se adueñaron de las manifestaciones como la Diada, desde el gobierno utilizaron todos los medios para dar la sensación de que su ideología era mayoritaria, no gobernaban tan solo actuaban como una gran empresa de propaganda. La campaña nunca ha acabado, pues hay que reconocer que llevaban preparando ésto desde que el constitucional eliminó del estatuto alguno de los artículos que podrían considerarse como opuestos a la idea de España como nación. Aunque, tras el uno de octubre y la aplicación del 155 parecía que volvía la calma, todo era un espejismo, el presidente Puigdemont se autoexilio y encabezó con su huída la leyenda de una España antidemocrática, donde las ideas son perseguidas por los tribunales, el estado de derecho que le permitió entre otras cosas gobernar y expresarse libremente de la noche a la mañana se había convertido en un estado opresor, lo acompañaron algunos miembros de su gobierno con una idea preconcebida de continuar con la lucha en el exterior, para ello nada mejor que ir a Bélgica, el país del enfrentamiento entre valones y flamencos, donde la extrema derecha flamenca lleva años intentado dividir al país. La prisión provisional de políticos catalanes a causa de sus acciones de gobierno, desviar fondos hacía cuestiones independentistas y no a donde se habían presupuestado, vamos malversación de fondos entre ellas, se tradujo en el ambiente independentista en un linchamiento judicial contra los políticos que apoyaban la secesión, sobre éstos se ha creado todo un movimiento que habla de presos políticos, de falta de libertad, de opresión del estado a través de una justicia no independiente, que se traduce en las calles en la puesta de lazos amarillos, de cruces en las playas y en los plazas de los pueblos, todo magnificado como si la actuación del estado hubiese sido un atropello a los derechos y libertades. En la calle las actuaciones de los grupos de defensa de la república catalana se han incrementado, no solo con actos sino con la plantación de cruces amarillas en lugares públicos, la puesta de lazos, la intransigencia y el acoso a aquellos que no lo aceptan o discrepan,... todo en esa espiral que lo único que pretende es tensar la situación ante el estado, crispar los nervios de aquellos que ven que les han quitado las calles y las plazas.
Ante todo ésto es comprensible ver como han aparecido grupos contrarios que se dedican a deshacer, quitando cruces y lazos, que quieren recuperar espacios y que son recibidos en muchas ocasiones con pitos y recriminaciones, por aquellos que piensan que la calle es suya y la razón también. Ante ésto, la generalidad ha dictado normas en contra de los que quitan lazos o cruces, vamos que se han decantado rápidamente, hay libertad para quien pone invadiendo los espacios públicos pero no para los que los quitan. Claro, ante ésto los partidos políticos en lugar de apaciguar han avivado el fuego, especialmente el PdeCat y Ciudadanos/PP. Torrá ya ha amenazado con más tensión y más acciones de desobediencia ante el estado, y si no lo esperaba, ha recibido la respuesta del presidente Sánchez, el 155 puede estar cerca otra vez.
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