Buenas, a Pedro Sanchez lo derribaron o le obligaron a dimitir el sábado porque no ganaba elecciones, los votos y los escaños disminuían y, especialmente porque entre los barones no se admitía la posibilidad de un gobierno con Podemos y los nacionalistas. Los señores barones, encabezados por Andalucía y su secretaria Susana Díaz, no podían permitir un acercamiento y menos un acuerdo con Podemos y los nacionalistas. Para ellos parece que es preferible dejar gobernar al PP, la lista más votada, el inconveniente es que para ello hay que abstenerse y, por tanto, habría que cambiar la decisión del comité federal de un NO a Rajoy, algo que la militancia socialista no vería con buenos ojos.
Pero quizá la línea que no pueden admitir los barones sea la de unas terceras elecciones, en las que presente quien se presente, parece que el Psoe sufriría una nueva derrota, que probablemente sería mayor tras lo sucedido el sábado. Por ello creo que a los "vencedores" no les vendría muy bien ir a nuevos comicios. En este lio a la comisión gestora no parece quedarle otra solución que promover un tamallazo, es decir que en la segunda votación para elegir presidente del gobierno se ausentaran del hemiciclo los diputados socialistas suficientes, mientras que el resto de los diputados presentes votarían que no. Con esta solución evitarían unas nuevas elecciones, aunque puede que al PP de Rajoy le interese ahondar en la herida e ir a unas nuevas elecciones donde según las encuestas incrementarían al menos el número de escaños.
Bueno, y no quiero terminar sin hablar de mi respetado expresidente del gobierno Felipe González, el pragmático, pues siempre ha huido de las utopías y ha buscado lo que consideraba interesaba más a los socialistas y a los españoles. Primero con el abandono de los principios socialistas y el abrazo a la socialdemocracia, después con su cambio de opinión pasando de OTAN no, a es conveniente pertenecer a un organismo internacional donde ya estaban los países democráticos europeos y, ahora afirmando que es mejor dejar gobernar al PP, olvidando los numerosos casos de corrupción en que parece estar implicado, que dejar que en España gobierne una coalición de izquierdas entre Podemos, Psoe y los nacionalistas. Para esto último había que derrocar al secretario general del Psoe, elegido en primarias por los militantes socialistas, y este derrocamiento debía de hacerse en base a la estructura orgánica del partido, olvidando el voto directo de los militante.
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