La crisis de la socialdemocracía continua, ahora encajada entre la derecha liberal y la nueva izquierda, entre el capitalismo y su negación. Ayer leía las declaraciones de Renzi, primer ministro italiano aupado por los resultados electorales en las europeas, y me alegraba de que por fin un político socialdemócrata pusiera los puntos sobre las ies y colocara en su sitio a los tecnócratas del Banco Central alemán, indicándoles que ya esta bien de hacer política y especialmente de inmiscuirse en los asuntos internos de los demás países, en concreto de Italia. El líder italiano está intentando dar un giro en la forma de hacer política, exigiendo menos medidas drásticas que tienen grandes repercusiones negativas sobre la mayoría de la población y del tejido económico de esos países, pidiendo que se apueste también por el crecimiento a través de estímulos económicos. Toserle a Merkel siempre es delicado, la canciller trabaja de forma sigilosa y sin descanso en una línea de la que es difícil que se desvíe, tan solo una acción concertada de algunos países podría hacer que se suavicen las políticas actuales, haciendo valer la política frente al poder de la economía y el capital.
La Europa del sur necesita un relanzamiento económico, no podemos convertirnos en países de servicios, sin tejido industrial, no podemos permitir que la industria, la investigación,... se sigan concentrando en el centro de Europa o más concreto en Alemania y sus satélites, que sin duda han sido los países que más se han aprovechado del euro y de las políticas del Banco Central Europeo.
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