Los ciudadanos de los países árabes se revelan contra sus gobiernos exigiendo democracia y libertad. Europa ha sido y es el destino de miles de árabes , emigrantes económicos procedentes principalmente de los países del norte de África, mano de obra barata dispuesta a realizar aquellos trabajos que los europeos no deseaban realizar,.Estos trabajadores normalmente sin cualificación enviaban sus ganancias a sus familias y todos los años volvían a sus países de origen cargados hasta las cejas, posteriormente muchos de ellos decidieron traerse a la familia y aprovechar las grandes ventajas sociales que los europeos ofrecian, sus hijos fueron a las escuelas e institutos, y algunos hasta llegaron a la universidad. Sin embargo, las nuevas generaciones no estaban a gusto, se sentían discriminadas, de hecho vivian en los barrios del extraradio formando autenticos getos. En estas zonas el islamismo radical tomó fuerza, principalmente como una forma de reivindicación, como una forma de distinción, como una bandera frente a la que llaman decadencia occidental, con una vuelta a las costumbres islámicas más estrictas, en estos barrios nacieron algunos de los que posteriormente se convertirían en terroristas islámicos, miembros de Alcaeda, algunos de los cuales en los atentados de Nueva York, Madrid y Londres, y en las luchas de Afganistan, Líbano y Palestina.
Esta revolución islámica integrista nacida en Pakistan y Afganistan, cuyo objetivo fundamental es la instauración de regímenes islámicos y la derrota de occidente, intenta extenderse por todos los países árabes, y fue la razón de que los occidentales apoyaran a los regímenes dictatoriales existentes hasta ahora, apoyo militar y económico, sin considerar en ningún momento que los gobernantes de estos países erán dictadores que amparados por ciertos clanes y por el ejército ejercian un poder absoluto impidiendo que los ciudadanos de sus países disfrutaran de las libertades más básicas, individual, de reunión, de manifestación, sin elecciones limpias y sin partidos legales opuestos al poder establecido. Occidente miraba hacia otro lado a cambio de que estos gobiernos controlaran la expansión del integrismo islámico y al mismo tiempo aseguraran el abastecimiento de petroleo y de gas.
Nadie pensaba, ni tan siquiera los servicios de inteligencia de los occidentales, que en el seno de esas sociedadas oprimidas y carentes de libertad iban a surgir grupos de jóvenes, la mayoría con formación universitaria que liderarian las revueltas o revoluciones que han logrado hasta el momento derrocar a los dictadores de Tunez y Egipto, y que probablemente derrocaran a los de los demás países del norte de Africa y de la península arábiga .Estos movimientos liberalizadores han surgido en el seno de estas sociedades, bajo el paraguas de internet y de las redes sociales, con el objetivo de conseguir regímenes democráticos en los que elegir a los gobernantes y donde vivir en libertad, y todo ello al margen de los movimientos islamistas tan temidos en occidente.
Es cierto, que aún queda mucho por andar, hay que observar que en estos países los partidos políticos no existen, que los movimientos que han liderado las manifestaciones y las revueltas han surgido de forma natural de las redes sociales y que por tanto no existen ni organizaciones ni interlocutores representativos que puedan encauzar el cambio. En los países donde ya han caído los dictadores son los militares y algunos políticos de los antiguos regímenes los que están articulando los procesos hacia nuevas formas de estado, con el riesgo de que en algunos casos ellos mismos tengan la tentación de constituirse en nuevos dictadores. Para evitarlo, es fundamental que los ciudadanos sigan vigilantes y que las potencias occidentales den un paso claro al lado de estos libertadores para que se produzca la transición hacia sistemas democráticos.
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