lunes, 21 de enero de 2019

Los partidos políticos en crisis de identidad.

Los partidos políticos están en crisis de identidad y, todo o casi todo provocado por los resultados electorales en Andalucía y la aparición de la extrema derecha con representación parlamentaria y apoyando al gobierno de esa comunidad autónoma.
Este fin de semana ha sido movido, la refundación del PP ha mostrado a un partido escorado más a la derecha que quiere recuperar a toda costa los votantes que se fueron al partido de Abascal. Los mensajes de Casado y del recuperado Aznar son un llamado a la derecha más pura, conservadora y fuertemente ideologizada por la iglesia católica. El mensaje del nuevo presidente popular es claro, no necesitan irse a otro lado porque el PP siempre ha defendido esas ideas. El peligra de esta derechización lo tiene en que deja libre el centro derecha a su homólogo Ciudadanos, que de nuevo tira lazos hacia la moderación que lo distingan de las ideas peperas.
En la izquierda también ha habido movida, Podemos de nuevo tiene sus filas divididas, tras su traspiés andaluz con la etiqueta de Adelante Andalucía, ahora se encuentra con que su candidato a la comunidad de Madrid, Iñigo Errejón ha dado la espantada asociándose con Manuela Carmela y poniendo de manifiesto que las diferencias con Iglesias y su séquito son ya insuperables. La izquierda sigue como siempre, desmembrándose por todos lados, cualquier roce o mínima diferencia es suficiente para crear una escisión, es una lástima que se tiren tantos votos y no se entienda que en el mundo en que nos encontramos con una derecha aplastante es necesario unirse en los puntos comunes y al menos lograr avances en los temas que afectan a los trabajadores y a la sociedad de nuestro país.
A este desmadre de la izquierda hay que unir también a Llamazares en su apuesta por un nuevo partido que no sabemos que importante espacio quiere ocupar. Y no sigo, porque Podemos es un auténtico desastre quizá provocado por la mano de hierro con la que Iglesias actúa.

No hay comentarios:

Proverbio castellano

Quien no oye consejo, no llega a viejo.