El culebrón catalán sigue adelante, desde que el gobierno estableció el 155 tras su aprobación por el Senado, la justicia encarceló a los miembros del gobierno catalán y encausó a la mesa del parlament, el presidente catalán y algunos consejeros viajaron a Bruselas y se convocaron las elecciones el 21-D todo sigue más o menos igual. Por un lado los constitucionalistas y por otro los independentistas, ambos bajo siglas de sus partidos, porque ahora cada cual necesita posicionarse y saber cual es el respaldo real que tiene, entendido en votos y parlamentarios; sin embargo, las posturas son inamovibles.
El PdCat sigue en la misma deriva manteniendo como cabeza al huido Puigdemont que no para de decir lindeces, cada día más descosido y locuaz, en Bélgiga se ha hecho amigo de los nacionalistas de extrema derecha, ha pasado a decir que Europa no les interesa, no para de tergiversar todo lo que es noticia, de acusar al estado español y a la UE de antidemocráticos, de mentir siempre que puede en pos de su ideal separatista. Pero es que ésto es lo mismo que hace la candidata de ERC, con su primera lindeza de que se les amenazó con derramamiento de sangre desde el gobierno central, después que si el sistema electoral es fraudulento cuando nunca lo han criticado en los cuarenta años de democracia, que los presos son políticos y cualquier lindeza que acuda a su mente y sirva para denostar al enemigo, por cierto siguen en la pretensión de reeditar el proceso unilateral, algo que negaron al inicio de la campaña. De la CUP, no merece la pena hablar pues son como esos revolucionarios de los años veinte, respetando las distancias, porque si bien su pensamiento es similar el mundo ha cambiado mucho, especialmente nuestro país.
Dentro de los constitucionalistas nos encontramos con un Iceta, PSC, conciliador y defendiendo la tercera vía, huyendo del secesionismo pero intentando abrir un camino para la reconciliación, lastrado por el apoyo de los socialistas al 155 y presionado por aquellos de su partido que quieren acercarse a los moderados nacionalistas, si es que los hay. Ciudadanos, con Inés Arrimadas, se siente en la cresta de la ola, con grandes posibilidades de vencer según las encuestas y de alguna manera intentando recoger el voto de los no nacionalistas, de los nacidos fuera y de los que no quieren más autonomía e incluso se sienten acosados por los independentistas. El PP se encuentra un poco en la encrucijada, pues ha visto como Ciudadanos les ha ido quitando espacio, lucha de la mano de Albiol por seguir siendo alguien en Cataluña, su discurso se encuentra encorsetado porque su derecha ha sido ocupada y no puede rascar mucho en el centro.
Y en tierra de nadie nos encontramos con la ambigüedad, los Comunes y Podemos, con un discurso que parece ser del comienzo de la democracia, no reconociendo lo bueno que tiene la actual constitución y rescatando de nuevo el concepto de ruptura democrática, una expresión que desapareció en el 78 bajo la que se defendía la ruptura total con el estado anterior y el nacimiento de uno nuevo. Por desgracia la ambigüedad se ha adueñado de sus declaraciones, no soy independentista pero quiero el derecho a decidir, estamos en democracia pero hay presos políticos y la justicia sigue los dictados del gobierno. Fueron o nacieron del hartazgo de la gente por la corrupción y se están convirtiendo en esa izquierda tradicional con reminiscencias comunistas que quiere aparecer como el adalid de la democracia y los derechos humanos. Mientras en su seno Iglesias y su séquito cortan cabezas e impiden cualquier tipo de discrepancia con la dirección de su partido.
Todo ésto constituye un auténtico culebrón político en la Cataluña del siglo XXI.
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