sábado, 23 de diciembre de 2017

Continua el culebrón en Cataluña.

Las elecciones catalanas celebradas el pasado jueves no han hecho nada más que mantener es estatus existente cuando el gobierno central decretó el 155. A pesar de que el índice de participación ha aumentado los beneficios se han repartido entre los constitucionalistas y los independentistas, la fractura sigue existiendo e incluso geográficamente se puede ver como los primeros han ganado en la costa y en las ciudades más pobladas y los separatistas en el interior. En número de votos la victoria ha sido para el lado no independentista, en él que incluimos a los C's, PSC, Común-Podemos y al PP; sin embargo, en número de escaños ha triunfado el bloque del process. 
Si analizamos el destino de los votos está claro que Ciudadanos ha recogido la mayoría de los que rechazan el independentismo, le han votado antiguos votantes del PP y del PSC, pero su victoria en las urnas, en votos y escaños, no le permite formar gobierno. El PP se ha visto desplazado a la última posición, logrando tan solo tres escaños y poniendo de manifiesto que en Cataluña la derecha no nacionalista ha preferido el discurso claro y directo de Arrimadas a las dudas continuas y la inactividad de Rajoy, a lo que hay que añadir un candidato que más que pasiones levanta rechazo. El PSC a pesar de las encuestas ha visto como parte de sus votos han ido a C's y como no ha podido apenas remontar, sus discurso conciliador parece no levantar pasiones y en sus filas se notan las contradicciones que han supuesto el apoyo incondicional al gobierno del PP en un tema tan delicado como el catalán. El partido de Colau e Iglesias ha sufrido en su seno la división que se respira en la calle, antes englobaban a separatistas y unionistas, y en estas elecciones han notado como los primeros han dado prioridad al sentimiento independentista y han dirigido sus votos a ERC, más uno pocos que han vuelto al PSC, la ambigüedad de Colau y las locuras de Iglesias de una nueva ruptura democrática no han servido para afianzar la posición de este nuevo partido.
En el otro bando, porque así hay que llamarlo, la sorpresa es la victoria del huido Puigdemon, que desde su residencia belga ha sabido recoger el voto independentista victimista, los que no olvidan la carga del 1-O, el 155 y la encarcelación de los políticos catalanes. ERC con su líder aún en prisión haciendo de mártir, no ha llegado a tantos corazones como el huido Carles, y su cabeza de lista no parece levantar a sus seguidores. Por último, los antisistema de la CUP han visto como les abandonaban los votos, especialmente por su política extrema y sus declaraciones  propias de la revolución soviética.
Total que seguimos como antes del 155, y lo que llama es de nuevo intentar el diálogo, pero ahora con la disyuntiva de que Rajoy y su partido PP han pasado a ser casi convidados de piedra en el panorama político catalán y por contra el resultado se ha entendido por los independentistas como un respaldo a sus políticas y por tanto al proces. Difícil situación que nos llevará a más de lo mismo, porque primero habrá que resolver la situación de los políticos que siguen en la cárcel y de los huidos a Bruselas, habrá que formar gobierno y todo indica que será nacionalista de nuevo, y lo más difícil evitar que se vuelvan a cometer los errores anteriores por un lado y por otro. Si nadie se baja del burro difícilmente habrá salida para un proceso que está produciendo la ruptura de la sociedad catalana y el rechazo a lo catalán de una parte del resto de España.

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Proverbio castellano

Quien no oye consejo, no llega a viejo.