Todos hemos visto con estupor como los terroristas islámicos han atentado indiscriminadamente una vez más contra los ciudadanos de Paris. De nuevo, de forma coordinada, premeditada, con el objetivo de hacer el mayor daño posible los asesinos del ISIS han atentado simultáneamente en distintos sitios de esta ciudad, bares, restaurantes, terrazas y sala de conciertos donde los parisinos y sus visitantes disfrutaban de la noche parisina cenando, tomando una copa o asistiendo a un concierto,... el objetivo era matar, sembrar el terror, atacar lo occidental.
Desde ese momento todos han pasado a las declaraciones de repulsa, a reafirmarnos en nuestro modelo de convivencia, y en avisar de que nada ni nadie quedará inmune. Por otro lado los periodistas, los intelectuales se han lanzado a un análisis del por qué jóvenes nacidos, educados y criados en la misma Francia han sido los ejecutores de la matanza, de porque esa frialdad y ese odio en sus actuaciones. No creo que se trate de una lucha de religiones como las de la edad media, pero no olvidemos que las guerras de religiones han sido las más crueles, la más cercana en Europa es la que desmembró la antigua Yugoslavia, musulmanes, católicos y ortodoxos enfrentados por el hecho diferencial de la religión.
Pero ahora se ha producido un cambio que es difícil entender, lo que si parece claro es que los terroristas son radicales musulmanes, convencidos de que la defensa de su religión es la muerte y el sufrimiento de los demonios occidentales, son mártires del islam convencidos de que sus actos y su muerte se verá compensada con el paraíso, jóvenes adoctrinados en el odio y entrenados para asesinar indiscriminadamente. ¿ Qué hace que se conviertan en terroristas ?, ¿ por qué se dejan atraer por esta forma de religión?, ¿quienes están detrás y los utilizan?,... son muchas las preguntas, y pocas las respuestas, lo cierto es que la base de todo esto es la religión, es el concepto de fe, creer en algo inexplicable, y esa fe ciega reconducida hacia el odio es lo que crea el terror.
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