Hoy se ha celebrado la obra de teatro por el independentismo catalán. Encabezados por el señor Mas, presidente de los independentistas catalanes, una parte de la población ha actuado depositando una papeleta en la urna, aprovechado la ocasión para realizar una fiesta reivindicativa de su deseo de romper los lazos que actualmente le unen a España.
No me considero nacionalista español, no defiendo a cuerpo y alma el excesivo celo normativo del gobierno, pero no entiendo la cerrazón del presidente catalán de dedicarse en exclusiva al 9N y olvidar los múltiples problemas de la sociedad catalana.
Entiendo que en el futuro, a través de las modificaciones normativas pertinentes puede que se produzca un referéndum pero antes han de quemarse muchas naves. Es necesario un diálogo entre gobiernos, encabezado por sus respectivos presidentes, pero no un diálogo de sordos, ambos deben estar dispuestos a abandonar sus posiciones inmovilistas y buscar los puntos de coincidencia para ir avanzando hacía una solución pactada a que deberán llamar a participar a las demás fuerzas políticas del país.
Hace tiempo que sabemos de la existencia de un movimiento independentista, pero también conocemos el carácter pactista de muchos catalanes. Que se reconozca la identidad catalana es un derecho, pero la independencia no es la panacea que soluciona todos los problemas.
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