La desgraciada muerte del sacerdote español Miguel Pajares por el virus del ébola tras su improvisada repatriación ha puesto de manifiesto la pobre y polémica actuación del gobierno español. Creo que si no se hubiese producido el deceso y Miguel se hubiera recuperado, nuestro gobierno lo celebraría como un auténtico éxito de nuestra medicina y de nuestro sistema de salud, pero su muerte no puede entenderse sino como un fracaso. Primero la improvisación que significa tener que transformar un avión de pasajeros en ambulancia, segundo tener que recurrir a un centro hospitalario que aunque anteriormente se consideraba como centro de referencia para enfermedades tropicales, actualmente estaba siendo desmantelado y reducido a centro de consultas, la tercera no haber evaluado correctamente el estado del paciente, cuarto el no tener resuelto quien iba a correr con los gastos del traslado,... y así podríamos continuar.
Creo que nuestra improvisación ha puesto de manifiesto nuestras debilidades, España es frontera con África, recibimos miles de inmigrantes africanos por todos los medios posibles, legales e ilegales. En las provincias del sur sabemos que en los últimos años han aparecido brotes de enfermedades que creíamos desaparecidas, como por ejemplo la tuberculosis, la mononucleosis,.... sin que las autoridades sanitarias se hayan movido preparando equipos y centros de referencia, porque no nos engañemos las enfermedades entran con las personas y es muy difícil controlar médicamente a todo el que entra. Por eso como digo en el título lo que se ha producido es una auténtica chapuza española.
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