Una historia tan convulsa como la nuestra, con tantos cierres en falso, deja su huella. Tras la constitución de 1978 en la que se estableció un estado democrático con un ordenamiento territorial autonómico,... pensábamos que por fin todo estaba arreglado, hecho, que habíamos dado un paso definitivo, vamos que por fin no habíamos cerrado en falso.
Sin embargo, estamos en un sistema dinámico sujeto múltiples estímulos internos y externos, que evidentemente condicionan nuestro devenir. Nuestro sistema pierde agua por distintos sitios y no haber realizado hasta el momento las reformas oportunas nos ha llevado a un momento convulso en el que cohabitan diversos problemas que requieren urgente solución.
Los casos de corrupción política, que minan a personas e instituciones, la cuestión catalana que pone en duda la estructura territorial del estado, las reformas/recortes realizados por los gobiernos como consecuencia de la crisis económica y que están minando nuestro estado social,.... Ante esta situación corresponde a nuestros políticos, a sus partidos, en el gobierno y en la oposición buscar las soluciones que taponen todos los agujeros por los que nuestro sistema pierde agua, realizando lo que corresponda pero buscando siempre el máximo consenso, porque está muy claro que reformar por ejemplo la Constitución es un tema de mayorías.
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