Europa se encuentra a la espera de las elecciones alemanas, las mismas que han ido condicionando todas las decisiones que se llevan tomando desde hace meses en la complicada esfera de la economía europea. Las posiciones del gobierno de la canciller alemana, mostrando dureza frente a los vecinos del sur, a los que considera unos malgastadores que han vivido por encima de sus posibilidades, la defensa de la posición alemana receptora de fondos a un muy bajo interés que les permite financiarse casi gratis, las trabas a la fiscalización o el control de la banca alemana protegiendo a sus bancos y cajas,.... todas estas acciones parecen ser vistas como positivas por una mayoría de la población alemana, muchos educados en la rigidez de las religiones protestantes, que ven en la actual posición hegemónica de su país algo bueno y justo para ellos, vamos para la gran Alemania.
Frente a su dominio el partido socialdemócrata no es capaz de oponer argumentos que calen en su pueblo, tan solo aquellos convencidos de las maldades de la economía liberal capitalista ven claro que la actuación del gobierno conservador se les puede venir en contra, que la recesión que están imponiendo y que se ceba principalmente en los países del sur se puede venir en contra de su país, puede afectar negativamente a sus exportaciones y a su economía. No ha sabido transmitir la socialdemocracia que las decisiones del gobierno desde la perspectiva laboral han significado una disminución de los salarios, una mayor precariedad de su mercado laboral, que lo que ha perseguido la derecha es una mayor competitividad de su economía a consta de la reducción del factor trabajo. Ni siquiera la nueva formación surgida de la izquierda que preconiza la vuelta a las monedas anteriores, la desaparición del euro como divisa artificialmente creada, nacida sin las necesaria cobertura de un Banco Central independiente y con capacidad de actuación es un auténtico fracaso que tan solo ha beneficiado a Alemania y a otros países del norte y, que si bien al principio supuso para algunos países una divisa potente que les permitía mayor capacidad de compra, lo que sin duda beneficio a Alemania, ahora con la crisis se ha convertido en una pesada losa cuya defensa esta produciendo paro y penuria para las economías más débiles de la periferia europea.
Ante este panorama en el que ni la antes poderosa Francia puede hacer valer su necesidad de estimular la economía, todos deberemos esperar y sufrir hasta que el electorado alemán decida quien será su próximo o próxima canciller que una vez libre de ligaduras internas, permita un cambio en las líneas económicas actuales, fomento del consumo interno y estímulos económicos que es lo que necesitan muchos países para frenar su deriva , especialmente la gran sangría actualmente constituye el paro.
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