El sur recela de Alemania ante el estupor de los alemanes. Es cierto que los ciudadanos meridionales de Europa vemos con recelo al gigante alemán, nos cuesta digerir las imposiciones constantes y sucesivas del gobierno de Merkel, nos apretamos el cinturon, disminuimos nuestra capacidad de compra, aumentamos las horas de trabajo, pero lo que peor soportamos es la situación de paro, ver a nuestros jóvenes, la generación mejor formada de la historia sin posibilidades de encontrar un empleo o a los mayores de cincuenta condenados a no volver a trabajar,... no es fácil separar estos hechos de las obligaciones de austeridad que nos impone Alemania y sus socios del norte. Lo último ha sido Chipre, hacer o intentar hacer que paguen la crisis precisamente aquellos que se han esforzado por tener dinero ahorrado no tiene nombre y es incomprensible para los chipriotas, aunque ahora hayan dado marcha atrás y se respeten los depósitos inferiores a cien mil euros.
A todos nos agrada ver a la locomotora alemana salvarse de la crisis, envidiamos su bajo índice de paro, su capacidad productiva, el trabajo de sus ciudadanos; pero también nos da envidia el que puedan financiarse al uno por ciento o menos, mientras nosotros debemos pagar como mínimo un cinco. La moneda única, el euro nos ha permitido llevar un buen nivel de vida, hemos cometido excesos, aunque no todos, y cuando estábamos en la cresta de la ola ayudamos a Alemania a salir de su crisis, algo que parecen haber olvidado los alemanes, los del sur contribuimos comprando automóviles, electrodomésticos, bienes manufacturados alemanes,... algo de culpa tuvimos para que salieran de su crisis, por eso ahora pedimos que ellos además de imponernos restricciones, tiren de la economía, activen su consumo interno o al menos faciliten políticas de estímulo de la economía que ayuden a activar nuestras maltrechas economías, pues digo yo que a la larga ésto también beneficiará a Alemania.
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