Hace años la derecha española estaba dividida, podíamos distinguir en la extrema derecha partidos como Fuerza Nueva o la Falange, en la derecha propiamente dicha al PP y en el centro derecha a la UCD. Con el tiempo el Partido Popular logró aglutinar en su seno a todas estas tendencias bajo el objetivo común de alcanzar el poder y echar al Psoe de Felipe Gonzáles del poder, esta unión logro su objetivo con José María Aznar, que alcanzó la presidencia del gobierno y se mantuvo en ella durante dos legislaturas, Aznar representaba a la derecha española con tintes liberales en lo económico y bastante conservadora en los temas sociales.
Desde el primer momento Aznar indicó que no estaría en el poder más de dos legislaturas, dejando en su lugar a su delfín Mariano Rajoy. Todo parecía claro, la economía estaba de cara y las encuestas indicaban que el triunfo del PP era indiscutible. Frente a ellos estaba un nuevo y joven secretario general del Psoe José Luis Rodríguez Zapatero, que se convirtió en la bandera de la oposición a la participación de España en la guerra de Irak, especialmente cuando no había mandato de la ONU, su posición levantó pasiones, de hechos gestos como permanecer sentado cuando desfilaba la bandera de los EEUU aún siendo muy criticado recibió el apoyo de muchos españoles contrarios a la guerra que se movilizaron en las elecciones generales del 14 de marzo, tres días después del atentado del terrorismo islámico del 11M. La derrota en las urnas supuso un gran golpe para los populares, convencidos como estaban de que habían gobernado bien especialmente gracias a la bonanza económica que nos envolvía, sin contar con los aspectos ideológicos que tanta influencia tendrían en las votaciones.
Hoy tras casi dos legislaturas desde que Zapatero llegó al gobierno, inmersos en una crisis económica que aplasta nuestra economía y que afecta especialmente a los trabajadores, con un índice de paro de más del veinte por ciento, y con las encuestas a favor del PP, éste considera necesario activar a sus seguidores especialmente de su ala derecha y se han lanzado a la descalificación del gobierno y del partido que los sustente realizando manifestaciones sobre temas en los que se suponía que había consenso, el fin de ETA. Así la participación de dirigentes del PP en la manifestación de las víctimas del terrorismo en contra de la legalización y de la participación de las coaliciones de izquierda nacionalista radical en las las elecciones municipales se convirtió en una manifestación en contra de Zapatero y pidiendo elecciones anticipadas. Posteriormente la excarcelación del etarra Troitiño por la Audiencia Nacional les ha servido para echar en cara al gobierno el haber posibilitado su huida, de hecho algunos dirigentes como Mayor Oreja ven esa liberación como una contraprestación en las virtuales negociaciones del Gobieno con la banda terrorista.
Mientras el ala derecha del PP ataca al gobierno y a los socialistas, Rajoy se muestra comedido y centrado en las cuestiones económicas, sin acallar a los suyos en la seguridad de que las manifestaciones de sus compañeros servirán para estimular a sus bases y eliminar el peligro de la abstención.
Sin embargo, estas posiciones extremas del PP pueden verse contestadas por una reacción de los votantes del Psoe, que no están dispuestos a que la derecha haga ese tipo de "política", es el recurso a la movilización ideológica, algo necesario para movilizar a los miles de seguidores socialistas que están descontentos con la política seguida por el gobierno de ZP, y que necesitan argumentos para ir a votar.
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