El presidente Griñán quiere mandar desde el principio y con las manos libres, sin ataduras, por eso comenzó exigiendo su nombramiento como secretario general en Andalucía, convocando un congreso extraordinario que le permitiera coger las riendas del partido rompiendo con la bicefalia que suponía que su antecesor Manolo Chaves continuara siendo el líder de los socialistas andaluces. En este acto de autoridad suprema elegía a los miembros de la ejecutiva colocando a sus afines en los puestos de responsabilidad, respetado la exigencia de la cuota femenina, y dando un vuelco a la antigua guardia de Chaves eligiendo a jóvenes cachorros del partido, muchos con el único mérito de haber trabajado sólo para y dentro del PSOE. Con esta ruptura consideraba que tendría controlado el aparato regional por lo que comenzó también a meter en cintura a aquellas provincias díscolas o no fieles al cien por cien a su persona.
¿ Quién iba a imaginar tal grado de celo y demostración de fuerza en el anterior consejero de economía y exministro de trabajo ?, un hombre gris en lo político sin excesivo carisma aunque si con gran preparación para la organización y la gestión. Quizá por ello y por su intento de romper con los experimentados pesos pesados del anterior secretario, no se si con el objetivo de no verse cuestionado en sus decisiones, sus elecciones de jóvenes cachorros pueden causarle una mala jugada, ya tenemos el ejemplo de su mano derecha Rafael Velasco incapaz de soportar la presión, respetando en todo momento la presunción de inocencia.
En mi modesta opinión el ejercicio del poder en un partido o en un gobierno no significa la imposición indiscriminada de unas opiniones y unas opciones, sino la conjugación de las diversas corrientes, lo que se traduce en escuchar lo que dicen unos y otros, los jóvenes y especialmente los no tan jóvenes pero si experimentados compañeros. Con intentar callar bocas no se consigue nada y si no, que se lo digan al gran ZP que al final ha tenido que recurrir a la experiencia y el buen hacer de políticos como Rubalcaba y Marcelino Iglesias.
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