domingo, 18 de junio de 2023

Los políticos no utilizan el verbo dimitir.

Las organizaciones políticas, los partidos, tienen sus mecanismos para seleccionar y elegir a sus líderes y a sus candidatos ante las distintas elecciones. En unos es la democracia interna formada por representantes de los afiliados los que deciden los nombres, en otros para ciertos puestos de importancia se abre un proceso de primarias en las que los militantes votaran por alguno de los candidatos.

Podemos discutir acerca de la democracia de los procesos, de si los procesos están más o menos dirigidos, si la estructura del partido favorece la creación de corrientes o de bandos que se organizan para obtener el poder,… ciertamente no creo que los partidos políticos sean un ejemplo de democracia interna, aunque la alternativa podrían ser los movimientos asamblearios como los que utilizaba Podemos y que al final se ha vista realmente eran las formas con las que Iglesias y cía dirigían el partido.

Pero una vez seleccionadas las listas, con su líder a la cabeza, ¿qué sucede si el resultado es adverso ?. Es cierto que hay distintos niveles de adversidad: empatar a escaños, bajar uno o dos puestos respecto a los anteriores comicios, o bajar aún más, y lo peor es si esta ha sido la primera vez o las derrotas son continuas. Es evidente que si en cualquier organización se registrara esa situación el verbo dimitir sería aplicado o sería exigible a los perdedores. Sin embargo, son pocos los casos en los que se produce, pues el cargo y lo que conlleva es algo que no se puede dejar así como así, ser  concejal o diputado implica un estatus, unos privilegios, un sueldo,…. Que parece que no se está dispuesto a prescindir, por ello el verbo ‘dimitir’ es tan poco usado, y tan solo quedan los mecanismos que los partidos tengan para obligarles a irse, cesarlos vamos. Ojo, que en este último caso el sujeto siempre puede mantener el cargo y abandonar el partido convirtiéndose en un tránsfuga, figura muy utilizada en la política española.


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