Finaliza un año para olvidar, un año que nos ha cambiado la vida, nadie esperaba que algo tan pequeño tuviera tanta fuerza y fuera tan nefasto. Durante décadas hemos hablado de guerra fría, de conflictos armados entre países, de guerras comerciales, de crisis económicas,... pero de coronavirus tan solo alguna película y siempre en el entorno de un conflicto o un atentado.
El año que dejamos comenzaba con un nuevo gobierno, el primero de coalición en España, que felices se las veían Sánchez e Iglesias, y de pronto el rumor de un coronavirus en China se convierte en realidad en Italia, de ahí al resto de Europa. De pronto pasamos de libertad de movimientos a estado de alarma y confinamiento, empresas, colegios, administración,... todo menos los servicios esenciales cerrado, calles vacías, trenes sin pasajeros, aviones en tierra, aulas desiertas,... aparece el teletrabajo no como una opción sino como una obligación, claro que tan solo para unos pocos. La situación se complica, hay demasiados muertos, los centros de mayores son los más afectados, nuestros mayores están indefensos y el Covid-19, se ensaña con ellos, los hospitales se comienzan a saturar, las UCIs completas, y lo malo es que ni los médicos sabían como tratar esta enfermedad.
El país necesita mascarillas, respiradores, epis médicos, geles antisépticos,... y nos damos cuenta de que aquí no se fabrican, hemos de adquirirlos en China, donde todos los países y hasta las autonomías tienen que adquirirlos, mercado casi sangriento, hasta el último momento te pueden quitar un cargamento. En España todo se complica, vamos sumando contagiados y lo que es peor muertos, no se puede doblegar la curva, el gobierno ha tomado las riendas y se encuentra con que la oposición en lugar de apoyar tira a degollar, los políticos aprovechan la ocasión para mostrar su mala sangre, no olvidan que su fin es obtener o mantener el poder y para ello todo vale,... pero sinceramente no merecen más palabras.
El verano pasó con la nueva normalidad, mascarillas, limitaciones de movimientos, reuniones restringidas,... y sobre todo el miedo en el cuerpo, porque cuando parecía vencido de nuevo en otoño ataca la segunda ola, los contagiados se multiplican y ahora son las autonomías las que deben decidir las medidas, una España con diecisiete gobiernos autonómicos toma así las decisiones,... si algo falla el gobierno central tiene la culpa, lo contrario a lo que pasaba antes. Pero ahora, el trabajo sigue, los centros de enseñanza no han cerrado, los padres pueden dejar a los niños en la escuela e irse tranquilos a trabajar,.. todo sea por la economía, el país no resiste si todo se cierra, el estado se ha tenido que endeudar, el turismo y todo lo que hay a su alrededor es una ruina, los erte son una tirita que intenta tapar heridas, y todos los países estamos más o menos lo mismo, todo va en función de su tejido económico empresarial, y ahí perdemos mucho con el turismo, la restauración y los bares.
En la primera ola y al comienzo de la segunda España estaba dislocada, los contagios se aceleraban, el temor a un nuevo colapso de los hospitales estaba en el ambiente,... pero si bien en marzo algunos países como Alemania parecían muchos menos afectados, ahora nos encontramos con que este bicho no entiende de fronteras ni de costumbres, es un virus que se propaga y daña, cuando menos te lo esperas y bajas la guardia ahí está para atacar y si puede matar, hoy toda Europa, y toda América están afectados por la pandemía, todos la estamos sufriendo y como siempre más los que menos medios tienen, los más débiles.
Y así llegamos a diciembre, con las fiestas de por medio, con autonomías que quieren abrir la mano para que la gente compre y salga de su confinamiento, pero el bicho es malo, no ceja en su empeño, arremete contra todo y no quiere que nuestras vidas vuelvan a ser normales, la Navidad no ha sido tal y la Noche Vieja no va a ser lo mismo, nada de fiestas, nada de bullicio, la mejor celebración es la que no se hace, mejor pocos y separados porque el bicho sigue atento.
Por fin un rayo de esperanza, las tan ansiadas vacunas están ya en marcha, pero ojo esto no ha terminado, entraremos en 2021 con la resaca del año anterior, con las mismas medidas de protección mucho tiempo, porque vacunar al setenta por ciento de la población no se hace en cuatro días, sino en meses, y ni los mismos científicos se aclaran, a finales de verano, si esto funciona podemos volver a ser libres, esperemos y deseamos que funcione, y esperemos poder olvidar a ese año nefasto que va a finalizar, el 2020.
Como bien dice un amigo A tomar por culo 2020, en castellano en q suena mejor q en italiano!!
2 comentarios:
A tomar por culo 2020, quizá resuma un estado de ánimo no individual sino colectivo, adiós y que nunca vuelva. Bienvenido 2021, que recoge todas las esperanzas de ser y estar como antes del nefasto 2020.
Ánimo que lo conseguiremos
Coincido, olvidemos 2020. Pero el inicio del año va presentando la misma cara, incremento de contagios, endurecimiento de las medidas,... lo único nuevo son las vacunas, que para colmo en cada autonomía se aplican de forma diferente, los ritmos de vacunación no son los mismos. Quizá todo dependa de la situación sanitaria, del equipamiento,.. porque no es de recibo las diferencias entre comunidades o las justificaciones como las de Ayuso que no vacuna pero se permite el lujo de contratar a empresas privadas y lo último pide voluntarios. Esta mujer es demencial.
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