viernes, 29 de mayo de 2020

Relajar la política, ser inteligentes.

Así no, ni las descalificaciones continuas de Casado, Egea y Álvarez de Toledo ni la respuesta del vicepresidente Iglesias tensando la cuerda en el momento en el que lo que había que hacer es relajar el ambiente. Seguramente el vicepresidente estaba afectado por el insulto de la diputada aristócrata del PP Cayetana, persona de una lengua viperina que no tiene límite y que habla como si fuera una diosa dirigiéndose a sus súbditos. No necesita este país a políticos que entienden la política como un enfrentamiento continuo en el que hay que descalificar en lo personal o en despreciar las capacidades del contrario, aquí necesitamos por un lado gestores que sean capaces de ofrecer a los ciudadanos soluciones en el ámbito de su posición ideológica y una oposición crítica que ofrezca soluciones alternativas y que vele más por los beneficios del país y sus ciudadanos que por forzar la caída de un ejecutivo elegido en las urnas y fruto de una coalición amparada en la legalidad de nuestras normas.

Voceros siempre ha habido en nuestro espacio político, no olvidemos a Alfonso Guerra compañero de Felipe González y encargado del llamado “juego sucio”, en la derecha Alvarez Cascos era el vocero de Aznar, y en los últimos años el lenguaje mordaz y agresivo de Rafael Hernando. Sin embargo, creo que ninguno fue tan lejos como lo están haciendo los políticos actuales, voy a repetir algo que ya he dicho en varias ocasiones y es que tenemos unos líderes políticos en la derecha muy jóvenes, que entienden la política como un campo de batalla con el único objetivo de conseguir el poder o de castigar al oponente político, líderes que no tienen a su espalda experiencia alguna en gobierno, que como mucho han sido concejales, pero que ni siquiera han trabajado en la empresa privada o en la administración, Casado lleva toda su vida en el partido y lo máximo que ha hecho ha sido engañar a su oponente en las primarias con una coalición in extremis que puso a la vencedora Soraya en la cuneta. Ayuso se cree la sucesora de la lideresa, con la diferencia de que aquella tenía una formación y una experiencia importante, esta chica cree que hacer política es decir lo que se le viene en gana olvidando su posición institucional de presidenta de una comunidad autónoma. Teodoro, ese murciano especialista en lanzar huesos, informático de profesión parece que no ha leído en su vida algo de historia y piensa que está en un juego de rol donde hay que acabar con el contrario, el gobierno,… que pena de derecha. No quiero profundizar más en esa ideología porque ni quiero mentar a esa extrema derecha que sale a la calle con los signos preconstitucionales, que actúa al amparo de una constitución y un estado de derecho que les ampara en la libertad de expresión y que como ya pasó en otros momentos de la historia, la utilizan como una herramienta de tensión cuyo último objetivo es imponer una ideología sectaria y excluyente.

Pero si he comenzado diciendo que Iglesias no actuó como debería hacerlo un vicepresidente del gobierno, por muy herido que estuviera, he de decir que en una comisión parlamentaria ha de actuar como miembro del ejecutivo y no como el líder de un partido político, hablar, explicar y proponer es la mejor arma para parar a éstos oponentes barriobajeros. Actuar como ellos es lo más fácil.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Si, ayer pude ver y escuchar reiteradamente, el espectáculo en la ¿llamada Comisión de la Reconstrucción¨? .Volvieron a dar la imagen de ser todo lo contrario, actuaban mas bien, como la Comisión de la no reconstrucción. “Así no, ya está bien de insultos ““dijo Patxi López,”, porque si se va a hacer lo mismo que en el Congreso, seguir con los insultos, es perder el tiempo. Es defraudar y engañar a los ciudadanos que los votamos. No queremos broncas ni continuas descalificaciones, enfrentamientos…. Es muy fácil hacer ruido, pero esto no es argumentar, pues lo único que persiguen es no oír ni escuchar. ¿Para que la Comisión entonces. Para que los políticos?

Proverbio castellano

Quien no oye consejo, no llega a viejo.