No es la primera vez que abordo el tema del nacionalismo, esa palabra que encierra tantas cosas, muchas de ellas contradictorias. Hace siglos se hablaba del gobierno de las ciudades, las ciudades estado quizá las más famosas las de la actual Italia, también se hablaba de los reinos de taifas,... eran ejemplos natos de nacionalismo, quizá tenían razón de ser y seguramente serían las dificultades en las comunicaciones lo que acentuaba este sentimiento o esta tendencia localista de distinguirse de los demás, de considerarse en cierto modo especial, mejor en todos los sentidos. En el pasado siglo XX en la Europa formada por países cuyas fronteras fueron producto por los resultados de la segunda guerra mundial, con divisiones que respondían más bien a los intereses de las potencias vencedoras. Así, surgieron Yugoslavia, Checoslovaquia, la URSS,... países que posteriormente se fueron disolviendo para dar salida a las naciones originales: Croacia, Serbia, Montenegro,..., Letonia, Lituania,.., Chequia, Eslovaquia,...
Nuestro país lleva años en los que algunas nacionalidades, Cataluña y Euskadi, reivindican su carácter diferente, en el seno de sus poblaciones se han desarrollado partidos independentistas cuyo objetivo es que sus comunidades se conviertan en estados. Estos grupos separatistas han ido creciendo por momentos, creando una ideología basada principalmente en los hechos diferenciales: la lengua, las costumbres, el hecho de tener normas propias como los fueros, pero también en hechos no tan claros ni tan probados como el sentimiento de ser un pueblo colonizado y oprimido por el estado español, la idea de que España se aprovecha de ellos, de que los problemas que sufren tienen como origen el estado central y de que todo iría mejor si fueran independientes. En este juego ideológico los niños sufren de un adoctrinamiento que les produce sentimientos más profundos de recelo e incluso de odio a todo lo que signifique España. En los años de la dictadura, el nacionalismo vasco se unió a la utopía revolucionaria de izquierdas, en los caseríos y en los pueblos de las vascongadas los niños recibieron un educación impregnada de nacionalismo, de rechazo a la dictadura y al concepto de España, e incluso de odio no solo al estado opresor sino hacía las personas que no pensaban en clave nacionalista, fueron los años de la pólvora, de la lucha armada que siguió a pesar de que la democracia triunfara en el estado. Fueron años muy duros para los ciudadanos que no comulgaban con las tesis nacionalistas en los que la lucha armada, y la exclusión y la opresión triunfaban. Todo parece haber cambiado en los últimos años, con las nuevas generaciones de jóvenes que cuestionan esos métodos, la lucha armada ha desaparecido, el respeto por el otro parece haber vuelto y aunque existan aún partidos independentistas que antes apoyaban las armas, ahora parece que han aceptado la lucha democrática y que incluso están dispuestos a reconocer sus errores y en cerrar las heridas. En este punto quisiera hacer un inciso y recomendar la lectura de "Patria" una novela que intenta relatar lo que era la vida en un pueblo de Euskadi.
La otra comunidad que ha comenzado un proceso independentista es Cataluña, donde se ha pasado de un partido de derechas nacionalista y siempre constructivo, Convergencia, a un partido con fines independentistas PDCAT. Esta deriva se ha ido cociendo en el seno del antiguo partido de Pujol y a ella sin duda han contribuido por un lado la actuación del PP al llevar al Tribunal Constitucional algunos artículos de un Estatuto de Autonomía votado por los catalanes que ha visto eliminado de su articulado algunos párrafos que posteriormente fueron aprobados en otros estatutos de otras comunidades, y también a la base de corrupción que existe en el seno de Convergencia, al tres por ciento y a la implicación de ese partido en la financiación ilegal de la formación. En este cambio se han unido a Esquerra Republicana, un partido de siempre independentista y a los antisistema de la CUP, que lo único que quieren es hacer "daño" al sistema. Pero a lo que iba, este cambio ha afectado también a los jóvenes, a la educación que reciben, con unos textos en los que la historio se cuenta de forma sesgada desde la perspectiva nacionalista y a un adoctrinamiento en las ventajas de la independencia, del sentimiento de nacionalidad y lo que es peor a grabar en sus mentes que la culpa de todo es de España y de los españoles, esperemos que estos jóvenes no acaben en la formación de grupos violentos que piensen que la lucha armada es una salida ante el estado opresor.
En textos anteriores he aludido a que no me gustan las banderas, y tampoco me gusta el adoctrinamiento, pues entre otras cosas recuerdo que cuando era un niño me educaron en el Movimiento Nacional, en el yugo y las flechas, en la dictadura de Franco, en que los españoles eramos diferentes, eramos la conciencia de Europa, teníamos valores superiores y en nosotros la humanidad tenía la solución. Eso también era nacionalismo, en esos momentos no sabíamos nada de democracia, pensábamos que los países de nuestro entorno nos envidiaban y por eso nos maltrataban, estábamos adoctrinados y tuvimos que ver la luz, ver la realidad a base de golpes, esperemos que ese adoctrinamiento que están sufriendo estos jóvenes tenga solución cuando crezcan y sean capaces de analizar y discernir.
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