Hablar de política e intentar comentar lo que sucede dando una opinión argumentada no es nada fácil, lo normal es que nuestra ideología esté siempre presente, y por tanto nuestras opiniones estarán marcadas por ella. El límite existe, sin duda, lo vemos en las tertulias de los diversos medios cuando alguno de los presentes actúa como vocero de un cierto partido, excusando y justificando posiciones y decisiones.
Actualmente nos encontramos con distintos frentes además de la Covid, el gobierno se enfrenta a problemas en los que deberá hacer gala de su capacidad negociadora, pero ahora no solo con la mayoría de la investidura sino con la oposición. El Consejo del Poder Judicial lleva más de dos años sin renovarse, sus miembros responden a una situación política pasada, y dado que fueron elegidos en base a una mayoría parece que están impregnados por los partidos que los eligieron. Nuestras normas no prevén limitaciones en las actuaciones de esta institución cuando han finalizado su mandato y están provisionalmente. Aquí también puede entrar el talante del consejo, porque ellos pueden auto limitarse evitando seguir tomando decisiones que pueden afectar a la independencia del poder judicial y de los encargados de impartir justicia.
No es el único frente, también nos encontramos con la figura del rey emérito, no hay regulación de esta figura, lo que se une a una mala, en mi opinión, regulación de la jefatura del estado. Nuestra monarquía sigue conservando privilegios del pasado, la inviolabilidad del monarca mientras es jefe del estado, la no separación de la persona y la institución, son cuestiones que es necesario abordar máxime cuando el anterior monarca parece haber tenido actuaciones no demasiado éticas que salpican no solo a su persona y a su heredero sino a la institución que representaba.
En ambas cuestiones no puede nadie ampararse en falacias o posiciones inamovibles, por un lado no es normal mantener un Consejo del Poder Judicial atado de pies y manos y condicionado por su provisionalidad, una institución cuyas decisiones actuales pueden ser muy cuestionadas. Por otro lado, el hecho de regular los privilegios y las funciones de la monarquía no significa que se esté agrediendo a lo establecido en la Constitución.
Creo que el pragmatismo debe marcar la línea de actuación de los políticos, no hay que crear muros por crearlos, hay que analizar y mejorar, hay que rellenar los huecos que el día a día se presentan, hay que eliminar los privilegios que más bien recuerdan tiempos pasados. No hay que olvidar que estamos en un estado cuya constitución en su Título Preliminar, establece:
Artículo 1
1. España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.
2. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.
3. La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria.
1 comentario:
Hola, si bien la Constitución del 78 es un hito en nuestra convulsa historia y significó un cambio hacía la democracia, éso no significa que sea inamovible y perfecta. Ya se produjeron algunas modificaciones puntuales bajo la presión de los mercados, pero también se pueden mejorar aspectos tras años de aplicación, uno de ellos sin duda los privilegios del monarca.
Saludos
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