El gobierno de Sánchez entra en luchas que no le darán ningún rédito.

La decisión del gobierno de denunciar la declaración contra la monarquía aprobada por el parlamento catalán, en contra del dictamen del Consejo de Estado, no se entiende sino en clave política. Esta decisión parece querer calmar el acoso que actualmente sufre el gobierno que llegó a su cenit en la acusación de Casado a Sánchez, usted es partícipe del golpe de estado que se está urdiendo en Cataluña. 

Si es así, lo considero un craso error, primero porque volvemos de nuevo a que ciertas instituciones de este país no pueden ser criticadas ni acusadas, y no olvidemos que por encima de todo nuestra Constitución vela por la libertad de expresión, y un parlamento puede en todo momento votar una declaración política, le siente mal a quien le siente. La monarquía representa al estado, y el rey es el representante máximo, pero de todos, de sus partidarios y de sus detractores, su misión principal es velar por la convivencia, limar las asperezas partidistas fomentando el diálogo que pueda llevar al entendimiento, no se es rey tan solo de unos españoles. Es más lo que se critica en la declaración es su discurso de octubre del 2017, en el que defendió la unidad de España y apoyó en cierta medida al gobierno de Rajoy, quizás en esos momentos el monarca debería haber callado o haber llamado a la vuelta a la calma, al acercamiento y al diálogo. 

Somos muchos los que no nos consideramos monárquicos, y nos gustaría cambiar nuestra forma de estado hacía la república, y ésto no ha de considerarse como una posición de izquierdas, de rojos masones, porque también parte de la derecha piensa lo mismo, no solo el PdeCat que la utiliza como arma arrojadiza cuando su antecesor Convergencia parecía el adalid de la monarquía. 

El gobierno de Sánchez haría bien en no entrar en peleas como ésta que en lugar de fortalecer al bloque constitucional lo que hacen es dar pasto a los que utilizan cualquier excusa para desprestigiar  nuestro país en su lucha por la independencia. El gobierno entra así en luchas que no le darán ningún rédito.